El ser humano es un ser social en
la medida que puede comunicarse con otros y eso es posible a través del lenguaje
en común, es decir, de un sistema de signos de significado universal en el que
la palabra reposa, se funda y se articula en discursos específicos. La lengua,
por tanto, es parte del lenguaje, es su producto social. Ferdinand De Saussure
nos demuestra esto en su obra "Curso de lingüística general", obra
póstuma redactada por colegas suyos. A través de su enunciado del signo, el
significante (S) y el significado (s) sostiene firmemente su postura
tomada ulteriormente por Lacan para su reinvención del psicoanálisis
freudiano: "El significante es una
imagen acústica". De Saussure hizo lo que en su época era necesario
hacer para que Lacan lo retomase y como muchas obras más les diera otra
dirección y horizonte, este es sin dudas el progreso del psicoanálisis y el
psiquismo del hombre, donde se ha demostrado incesantemente que el hombre es un
tesoro de significantes que no le son propios sino que le han sido habitados
por el Otro, por su deseo, y con un vehículo particular, arbitrario y
paradójicamente subjetivo: El lenguaje. Es decir, el hombre en el campo
simbólico existe, y existe gracias al Otro que le habita con
significantes de algún deseo, pero el hombre no-es-un-ser. Solo existe.
La imagen acústica es una referencia un
tanto compleja pues indica un proceder cognitivo y altamente cultural, aparte
de lingüístico para su entender que en el sentido de la palabra es lógico, más
no apreciable a simple vista. La imagen acústica hace referencia al
significante (imagen
"x", enunciación, audición, imagen "x" "y"
"z") obviamente en tanto este es enunciado por un
transmisor e imaginado por su receptor, esta es la conceptualización y
operación del significante como imagen acústica, una transmisión del
enunciante, y muchas imágenes para el receptor con el fin de localizar la
imagen y concepto propio que le es referido, que de entrada comienza a hacer referencia al deseo del Otro,
y sus vías de desplazamiento y condensación (metáfora y metonimia) a modo de
ejemplo se puede tomar una palabra: Árbol. Esta palabra inmediatamente al ser
escuchada o recibida de inmediato crea una imagen para significar referencia a
esta misma, una imagen concreta, ahora, lo que refiere a la cadena de
significantes es que hay miles de clases de árboles: Chaguaramo, camoruco,
caucho, cedro, apamate, roble, caoba, merecure, samán, etc (por hablar de los
más emblemáticos en Venezuela). Y esto tomando una palabra por sí sola, pues el
significante varía en su función y transmisión en la medida que le son
agregados más significantes (Articulo, adjetivo, sujeto, verbo, predicado,
emoción, tono, volumen, deseo, metonimia, metáfora, etc.) En concordancia con
la re significación de Lacan se puede sostener en que el lenguaje es apertura del
mundo interno del sujeto y de la Otredad que este involucra, en tanto que como
el mismo Lacan sostiene: "El lenguaje
esta primero al hombre". Es preciso diferenciar el lenguaje y el hablar:
El lenguaje es el conjunto de signos y símbolos a disposición de un sujeto en
una determinada cultura para establecer un discurso. El hablar es la
utilización y articulación del lenguaje como medio para el sujeto producir un
discurso específico que permita exteriorizar su acontecer interno hacia el
vínculo social. Aquí hare una parada para poder dar apertura a un tema crucial
sobre la instancia de la letra, del significante y de la existencia subjetiva,
este es: El nombre.
Se está habitado de lenguaje y por
consiguiente de significantes desde antes de nacer, ergo, se está habitado de
los restos del Otro. Precisamente porque antes de ser ya se existe con un
nombre que desde el Otro tiene un significado, sea manifiesto o latente, donde
metafórica y fantasmaticamente se deposita un primer deseo del Otro dando una
travesía y atravesamiento del Otro sobre el cuerpo psíquico ajeno a su deseo,
pero sujeto a él en fin. En este sentido, se comienza a volver sujeto-social,
vía lenguaje donde paradójicamente el "Yo" hablando religiosamente,
es la construcción a la imagen y semejanza del deseo del Otro. El nombre, la
firma, la elección objetal, incluso hasta la castración son respuestas acordes
al deseo del Otro, en tanto esto puede ser sostenido a través de una figura
topológica como lo es "toro" que nos demuestra como el deseo del
sujeto es una ilusión que recorre con goce el vacío de la demanda del Otro.
De no ser así, la teoría del estadio del espejo y su relación con la
psicosis no tendría validez, pues con basamento en el mito de narciso que se
ahoga al ver su reflejo es apreciable hasta donde se llega el deseo del Otro,
la perversión del Otro en nombre del amor. Es decir, el psicótico, es psicótico
porque el otro lo configura así, no permitiéndole el desarrollo de su
configuración espacial y temporal aislándolo en el deseo materno y su
narcisismo primario (caso autista), es psicótico porque el otro al desearlo
para sí y anular el vínculo con el otro (semejante), produce el mecanismo
operativo llamado forclusión, pues en toda estructura esta la castración, solo
que lo que las diferencia son mecanismos específicos en respuesta hacia la
castración, y su proceder en base al mismo deseo del Otro. Con respecto a los
afectos, como lo único que no engaña, que se distingue del significante,
podemos adelantar con respecto a la psicosis que es una farsa sostener que el
psicótico no se angustia o no tiene pulsión, si es así entonces ¿cómo es que
toma agua cada 5 minutos? ¿Porque grita o se angustia? ¿Cuál es su significado
en el delirio y la alucinación sino es una operación no-completa del lenguaje
donde solo existe la metáfora pero no la transformación del significante como
lo es la metonimia?. El psicótico, contrario a lo que dicen muchos
psicoanalistas, no carece de lo simbólico (Significante), lo tiene, pero
forcluido precisamente, es decir, alejado, distante, y cerrado, pero allí esta.
Es por esta observación que el trabajo analítico con la psicosis va de hacer
una suplencia, un sympthom, algo que anude de una u otra manera el
significante. Y esto por solo hablar del psicótico y su lugar respecto al
significante, pues en el terreno de las neurosis o las perversiones hay mucha
más “Tela para cortar”.
Todo esto nos ha de indicar entonces que
el sujeto es In-significante, es decir, está cargado de
significantes, está cargado de otredad, del deseo, del mandato, de imagos, que
bien lo configuran como neurótico, perverso o psicótico en el “peor” de los
casos. Esto quiere decir en el sentido más estricto que la elección, en tanto
es elección de un significante, no es elección de nuestro deseo, sino que el
deseo está configurado por la demanda del Otro y que el deseo del sujeto se
perfila como lo menos natural del sujeto como diría Lacan: "El deseo, es
el deseo del Otro".
Esto viene a ser entonces direccionado,
extendido siniestramente y cumplido por vía a su vez de nuestras tendencias e
inclinaciones sociales entre otras: La iglesia, el ejército, la política, el
equipo de futbol, la pareja, etc. Son simples formas de repetición a través de
las elecciones ideológicas u objetales, en sus diversos significantes. Es
decir, no nos gusta el dinero, sino lo que ello simboliza para el Otro y que
hace efecto sobre nosotros. La congruencia que pueda mantener el significante
como síntoma, no está distante de un carácter fantasmatico como revelador de lo
inconsciente (saber) y del Otro, tal como observamos en la presentación de
palabras que definen una suerte de deseo en contextos altamente simbólicos y
representativos de la historicidad del sujeto, como: “Libertad”; “Amor”; “Paz”;
“Felicidad”, que increíblemente tienen más relación con la Otredad del ser
sujeto, que con el individuo mismo. Hermann Hesse decía: "Nuestras
inclinaciones tienen una asombrosa habilidad para disfrazarse de ideología",
y esto es precisamente lo que nos demuestra la labor analítica y su teoría.
Nuevamente que la
construcción desde el Otro es a través del resto que este deja, que con el
símbolo (palabra) lo vehiculiza e inscribe en el sujeto dejándole entonces un
lápiz que no es suyo, con una letra que no conoce en una hoja que no le
pertenece.
Es precisamente aquí donde pretende llegar
la labor analítica, brindarle al sujeto un
lugar y un tiempo sumamente valioso para pensar(se), para cuestionar(se) y para
editar(se) en su travesía
que había llevado con la mochila del Otro, es por ello que el analista trabaja
por su transferencia, su inconsciente, su palabra, y como tal, desde lo
simbólico a lo real, no deseando nada al sujeto, salvo el deseo de análisis,
para así poder brindar al sujeto la emergencia de-su-ser-ahí, si desease algo sobre el sujeto estaría en resumidas
cuentas extendiendo la existencia del sujeto, existencia que viene a significar
que existe para el Otro, pues un analista deseante de curar es para el
analizante un equivalente de un vaso de agua salada para un sediento, en
resumidas cuentas, no ayuda, y mantiene con sed al analizante, una sed en el
orden de su-ser.
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Manuel Alessandro Magnante
"In-significante(S): Las marcas del Otro"
[Escrito presentado como apertura a la clase sobre el significante]
Grupo Psicoanalitico Carabobo
Julio, 2013.
Imagen:
Copia de la Banda de Moebius de M.C. Escher.