Su trabajo no tiene definición, pero cualquier profesión necesita de
alguien que sea habitado por el como soporte de un trabajo cotidiano llamado
vida. Se parece a un arqueólogo, trabajando a partir de piezas sueltas como
residuos de lo que alguna vez fue algo, para reconstruirlo como un mensaje a través
del espejo, curiosamente, este mensaje no
se refleja solo de imágenes, sino escenas, palabras, y en resumen… De Otredades.
Su trabajo es conocido como el de tercer turno, a las madrugadas mientras
dormimos él hace su arqueología, no obstante, su faena no es solo reconstruir,
sino hacer escuchada esta reconstrucción, por eso, por las noches, su labor
queda incompleta, pues usualmente es ignorado, por cuanto de vez en cuando debe
decir algo, y entrometidamente nos interrumpe para dar un resumen de la obra, como
habla a la misma vez que nosotros, nuestras palabras suenan equivocas, pero, de
equivocas solo tienen que tampoco le damos un lugar a su palabra, que como un
mensaje a través del espejo ¿No serán esas palabras construcciones de lo que
desechamos de nosotros?, sin embargo, también es un buen diplomático, dice la
verdad aunque no-toda, la dice a medias, incluso entre chistes, o a veces, les
da unos cuantos pellizcos al estómago, o unos golpes a la cabeza, o unos “flashbacks”
en la casa o con la pareja como diciendo que “el buzón está lleno”.
Finalmente, cuando se torna insoportable el sin fin de cartas en el buzón,
o cuando esta por hundirse la acrópolis como por efecto domino de nuestra
ignorancia, justo allí le llevamos a mantenimiento como un cortocircuito en una
maquina o quizás, tan incautos como los padres llevan al doctor a su hijo por
el dolor de barriga, sin importarle la exagerada cantidad de dulces que se le
da al infante para que “joda un poco menos en casa”.
Y es que a la final, como con la maquina o el niño, siempre está ahí, para
darnos cuenta de que existe, aunque no a los ojos, sino a las palabras y a las
marcas que han dejado en nosotros, porque con eso es que trabaja, no es un
jefe, tampoco necesariamente un esclavo, es el lado de nosotros, que poco
escuchamos, que siempre trabaja, y del cual se pretende culpar al otro.
Quizás sea preciso señalar, aunque con ironía, que nos quejamos de “sentirnos
explotados” o de no “sentir valorado nuestro trabajo”, seria apresurado decir
que lo ignoramos al decir eso, pero, ¿No será ese mensaje una parte de su
trabajo? / ¿Y quién le habrá contratado?
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Manuel Alessandro Magnante
[01-05-2015]
"El Trabajo del que nadie sabe que sabe"
Imagen extraída de:
Facebook.com/Analistaslacanianos
[Humor]