Thursday, May 14, 2015

Entre el Deseo de la Madre / Apetito cocodrilesco / Demanda



“Cuando el Deseo de la Madre Habla”
  
     Cuan iluso y patético aquel que cree que la droga es “cualquier sustancia que al ser introducida en el organismo puede modificar una o más funciones de este”, suena tan burlesco que lo aplaudo para que se dejen engañar y no sepan que es realmente UNA droga.

     ¿Sabes que es un in-vestigador? Para mi es alguien que sabe averiguar sobre si, alguien que busca saber sobre si, por eso me gusta jugar con las palabras cuando decimos “in-vestigador”, pero esos científicos, de saber de si, no saben nada, solo suponen, son “mal-in-vestigados”; Lo que ellos no saben es que la mejor droga no ha venido en paqueticos, ni en cigarrillos que “dan risa”, ellos creen que un programa de rehabilitación me cambiara, que esconderán mi más fina hierba, pero ¡yo la consigo donde quiera! Porque está dentro de mí, no importa cuánto me quites, me importa es cuanto vuelvo a conseguir como “pedacitos de goce”, porque perderla no es una opción.

     ¿Sabes cuál es el problema del adicto? ¡Jah! ¡Que tonto! No es la droga en sí, el problema de un adicto, un buen adicto, hombre o mujer, bajo cualquier rol, no es la droga, su verdadero problema esta cuando la droga falla, cuando desaparece, cuando ya no está, como cuando mamá se va y el niño queda solo, el niño tiembla de terror demandando a la madre, al adicto le dicen que es “efecto de abstinencia” por ese objeto que bien metaforiza “algo”,  y es que se siente igual que la soledad de un niño, o la soledad que la madre siente sin su hijo para existir, o la pareja que se quedó sin su pedacito de otro. ¿Pero esas categorías son válidas? ¿Se vale decir esos roles? Padre, hijo, pareja… ¡Bah! Para mí cuando hablamos de “esos amores” yo bien sé que son otras pequeñas drogas, como La Coca, La Marihuana, el LCD, o mi mejor sedante, La Heroína (Bien sea en su presentación como Mujer o como Inyectadora). Da igual como lo llames, importa es que este conmigo para poder existir sin el dolor de Ser-Solo.

     Me gusta la tomadita que da un tal Lacan sobre el objeto a, bien dice que es un objeto de transición entre el Otro y el Sujeto para designar un intento de relación con lo perdido. A veces, como buen adicto, me pregunto ¿Quién está perdido? ¿El Otro? ¿O el sujeto en su levedad de ser como dice Kundera en su portada Libro? ¡Qué casualidad que Droga termina en la a que designa al objeto! Mi querida droga que me ha de dar existencia, consistencia, mientras ahoga la poca esperanza de mi deseo de ser. 
¿Cuándo Nietzsche hablo del Superhombre, acaso conocía de estas drogas? Lo dudo.

     Los buenos adictos, aquellos que solo saben existir con el A, y de los cuales hay muchos, tantos que ni se reconocen por sus distintas adicciones, aquellos que acusan de adictos a todo aquel adicto que no comparta su adicción, esos, de apetito cocodrilesco como el deseo de la madre, esos que abren bien la boca, son los que comen pedacitos de goce, mientras cagan a tajos lo que les queda de vida, tanto a ellos, como el residuo de sujeto que ocupa el lugar de droga.


“Confesiones del deseo de la Madre”

     Aún recuerdo cuando era pequeña, tenía 2 juguetes. Uno de ellos siempre se dañaba, tenía otro juguete que vendría a repararlo, una vez me puse a jugar con ellos a las peleas, uno dañaba al otro. De un momento a otro, me di cuenta que no eran mis juguetes, yo era su juego, ellos apenas tenían vida, siempre y cuando yo fuese la pieza central de su juego que ellos llamaban “Unión” o “Matrimonio”. ¿Quién sabe de qué juegos se habrían privado ellos para llegar a necesitar jugar tan bélicamente?

     Con el pasar del tiempo, tuve una metamorfosis, fue como la del conocido Samza, él se convirtió en un insecto, yo tuve una especie de mutación, la mitad de mi cuerpo era yo como tal, la otra era un cigarrillo que se consumía lentamente, de esos que dan risa. La cuestión era paradójica, mientras más se consumía esa mitad “cigarrosa” (bien fumada por mis padres), más prontamente comenzaba también a desaparecer una parte de mí, pero también, mientras más me consumían, más deseaba ser consumida, era placentero ser tan necesitada, es una experiencia única sentir como en la medida que desaparece una parte de mi ser, el ser deseada es una opción para existir. Los “adictos” tienen esos efectos fisiológicos que los científicos le llaman “abstinencia”, pero yo en mis padres veía algo que trascendía a lo físico cuando no podían consumirme, ellos se angustiaban de maneras increíbles, cuando no me consumían pensaban en divorciarse, renunciar al trabajo, y más interesante aún, cuando no me consumían, salían a relucir sus verdaderos problemas. Lo lindo de ser fumada es que me lo hacen con amor, tal vez consumirme sea eso que llaman “hacerme el amor”, me toman como su píldora de felicidad, y lo hacen con “mucho amor” (Aunque sabemos que esas son pequeñas palabras que aspiran a cubrir grandes tragedias con banales ilusiones, pero ojo, que quede en secreto, pues ser devorada es solo el principio).

     Un día me di de cuenta que yo también podía darme “un pase” o quizás una fumadita, mis padres entre sus adicciones enfermaron, seguramente porque ellos no sabían controlar sus vicios, yo admito que no era el único. Mi padre también tenía una marcada adicción por el dinero y otras cosas que podía comprar con el mismo, era increíble, sin el dinero es como si no tuviese tarjeta de presentación, era un colapso, para él la labor de ser era esencialmente en tener cuantas drogas tuviese a la mano: Carro, casas, pagas las deudas, créditos bancarios, pensar en trabajar para producir aún más, tomar cervezas todos los viernes, hablar de política, ir a la misa todos los domingos, etc. Por su parte, mi madre, era un tanto más hipotecaria, le gustaba ser benevolente con sus proveedores, a cambio de culpabilizarlos cuando no fuese bien atendida, así era con mi padre, mi hermano, o cualquier hombre que no pudiese cubrir su adicción de ser deseada ¿Pueden creerlo? ¡Sufrir por no ser deseada! ¡Que tonta! Yo sé que yo puedo vivir sin ser deseada, no es la gran cosa, yo solo dije que me encanta ser deseada, más nada. La muy tonta cree que un cigarrillo o la música era una buena suplencia de sus dolencias, quizás acompañar a mi papá a la misa no era buena idea, no hacía más que hablarme de otra presentación de “píldora de felicidad” llamada “dios”, debe de ser bastante fuerte porque sus efectos mundiales son… ¡Wow! Sin embargo, esos son ellos, yo sé que si yo quiero, puedo dejar mis adicciones, ellos no supieron medirse.

     La mitad de mi cuerpo sigue hecha cenizas, la otra mitad, toma un poco de vida, ya que me di cuenta que en la medida que consumo a mis hijas, como mis padres hacían conmigo, en esa medida una parte de mi siente menos angustia. Mis hijas son unos bombones adorables, me recuerdan a mi juventud, unos cuerpos bellos y unos sentimientos hermosos, mi miedo es que siempre se topen con esa clase de hombres que solo quieren follar por diversión como si ellas fuesen meros objetos sexuales para el consumo masculino, son mis hijas ante todo y quiero lo mejor para ellas, mis suculentos cigarrillos, al consumirlos me hacen sentirme en el lugar de ellas, joven, en ese lugar de deseo. Que lastima a veces cuando me doy de cuenta que llevare toda la vida con el mismo marido y que por estúpidos compromisos me reasigno diariamente a estas rutinas. Me cuesta imaginar que mis hijas se vayan de casa, quedarme sola con mi marido es una tarea harto impredecible, es gracias a ellas que soy madre y que como madre durante tantos años no se han visto las cenizas de la mitad de mi.


     Suelo preguntarme si mis hijas se convertirán en las mismas cenizas que mis padres hicieron de mí, pero sé que lo hago mejor que ellos y que solo quiero lo mejor para ellas, quien me diga lo contrario, pues que se lo consuma otra boca. Aunque pensándolo bien, siento que de heredar un complejo, he heredado el de ser adicta, adicta a esa pequeña droga llamada “amor” que puede anestesiar el dolor de ser, o al menos, de ser el resto de lo que queda de mi ser, a pesar de que lo he descuidado con mucho afán, como un jardín sin el invierno necesario. 

-------------------------------
Manuel Alessandro Magnante.
"De ese amor y Otras drogas"
[Julio, 2014]

Arte:
Balthus
"Clase de Guitarra"