"El peligro del pasado era que los hombres fueran esclavos. Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots"
Erich Fromm
“¿No es criar y disciplinar a un animal que pueda
hacer promesas la paradójica tarea que se ha impuesto la naturaleza respecto al
hombre?”
Friedrich
Nietzsche
Joel Kinnaman interpreta a Alex Murphy, un
padre de familia y policía que hace todo lo posible para reducir o en su
defecto hacer un intento de detener el índice de criminalidad en la ciudad de
Detroit. Murphy junto con su compañero Jack Lewis esta tras la pista de Antoine
Vallon, jefe de una de las más
peligrosas pandillas de la ciudad, quien ejerce cierta influencia dentro del
departamento de policías para el cual trabaja Murphy a través del contrabando de armas de alto calibre e
incluso de usos militares, asimismo, Vallon se encarga típicamente como todo
jefe de mafia de películas Hollywoodenses, de la producción, distribución y
venta de drogas. Vallon, es un tipo del que literalmente todos los policías
saben de su paradero, sus influencias y sus actos, pero a su vez ninguno se
atreve a asumir un acto para detenerlo, pues supondría un riesgo. Ningún policía
sostiene acto alguno, salvo Murphy, y esto le propina durante el avance de la
trama un intento de homicidio.
Sucede que este intento de homicidio fue
ordenado por Vallon a unos oficiales del departamento de policías, quienes al
suponer un acercamiento de Murphy al descubrimiento de varios delitos
ocasionados por ellos, deciden plantarle una “Bomba” en su automóvil. La
detonación le procura quemaduras de tercer grado en más del 80% de su cuerpo,
daños severos en sus órganos y la perdida de varias extremidades, su única
manera de “salvarlo” es convirtiéndolo en una máquina, idea creada para fines
políticos y de lucro por Raymond Sellars, director general de Omnicorp, este
propone (por no decir que obliga) a la esposa de Murphy, como única opción, el
consentimiento para convertirlo en un robot que serviría de mostración al campo
social como uno de los proyectos más “avanzados y seguros” de “hacer ley y
justicia”.
Y así, sucede que al cabo de varios meses
Murphy es convertido en Robocop. Su primera reacción al despertar es relativa a
la experimentación de la angustia. Se ve literalmente castrado y reducido a ser
materialmente una máquina, solo “siente” que su única propiedad es su
psiquismo, sus recuerdos, sueños y fantasías. Cuestiones que lo dividen como
sujeto entre los objetivos que ordenan desde “La máquina” y si mismo. Entre el
deseo del Otro (Desde el sistema que le comanda, en este caso Omnicorp) y desde
su Subjetividad (Un deseo de hacer justicia de sí mismo, la cual se produce a
partir de su historicidad). A partir de aquí, comenzamos a notar en un sentido
simbólico la particularidad y semejanza aliterada entre varios significantes:
Omnicorp y todo su sistema vienen a ser una metáfora de lo que adviene como la
aparición del Otro Lacaniano, Murphy es típicamente el sujeto Lacaniano, y
Robocop es la maquina en la que por medio de Omnicorp y la contingencia del
ejercicio policial han convertido a Murphy. Es decir, Robocop es el móvil
mediante el cual Omnicorp hace de Murphy una maquina a su servicio de lo que
ellos consideran el “Hacer ley” (Cuestión que irónicamente apunta a fines
políticos y económicos).
Desde la vertiente Freudiana (La cual no
es nada distante de la Lacaniana) podemos valernos de su segunda tópica y
afirmar que los personajes ocupan un lugar dinámico de las instancias
psíquicas: Podemos ubicar Omnicorp como el típico perverso Super-yo que impera
goce sobre el sujeto y opera los malestares ilusorios sobre el Yo, este Yo
estaría ocupado por Robocop, es decir, una formación mediadora entre lo que el
sujeto desea (Sujeto del Inconsciente) y lo que se le divide por Orden y límite
del Otro, en este caso del Super-yo. Por último, el ello, viene a estar ocupado
en el lugar de Alex Murphy, un hombre con un deseo de hacer justicia desde su
particularidad histórica, a saber, de su fantasma. En resumen, Omnicorp
(Sistema metafórico del Súper-yo), Robocop (El Yo) y Alex Murphy (Una formación
parcialmente metafórica del Ello). Entre todo esto, existen posibles lecturas,
por ahora nos inclinaremos a señalar una cuestión: A Alex Murphy se le ha
salvado la vida convirtiéndolo en Robocop, a cambio de ello, es menester que
este padezca del Otro que le ha salvado. Pero hay algo que se omite de ello y
que da apertura en este caso al sujeto deseante: dentro de la máquina todavía
hay un hombre, y él está en busca de justicia.
De esta manera, la historia del Film de “Robocop” nos sirve como una
expresión metafórica de lo que viene a simbolizar la maquina en tanto podemos
decir que esta es un objeto fabricado por el deseo del Otro que se articula con
el deseo subjetivo a través de la trampa de la demanda, pero pese a
articularse, a conseguir brevemente un punto de encuentro, no se enlazan, por
el contrario, se genera un malestar que revela la división del sujeto, y sobre
ello, existen medidas tanto del Otro, como de sí mismo. Tal medida aparece en
la escena en que Murphy (Ya en la hojalata de Robocop) comienza a recordar los
sucesos de su intento de homicidio, a interrogarse sobre sí mismo y sobre su
deseo, sobre su familia también. Al interrogarse consigue pistas sobre el
crimen sobre si, estas son pistas que se relacionan íntimamente con actividades
irregulares del departamento de policías, tales como la pérdida de armamentos
en el departamento de evidencias. Murphy se vale del sistema incorporado de
datos de Robocop y descubre que los sujetos que sostienen el acto corrupto en
el departamento de policías son aquellos mismos que realizaron el intento de
homicidio, y que a su vez están respaldados no solo por Vallon, sino por Karen
Dean, jefa del departamento. Esto hace que el sujeto se asuma en una medida de
represalia que evidencia la corrupción e ineficiencia del mismo departamento,
cuestión que provoca que los administradores de Omnicorp (al vigilar los actos
que hace Murphy a través de la maquina) decidan “apagar la maquina” de
inmediato para así dejar este caso como “inconcluso”.
Lo que sigue es una escena particular: Con
el fin de suprimir enteramente los recuerdos que impulsan a Murphy a hacer
Justicia y cuidar de si, Omnicorp decide intervenirlo mediante una
neurocirugía, reduciendo los niveles de dopamina, serotonina y varios
neurotransmisores para así, reducir al sujeto al estatuto mínimo de una máquina
que enteramente está dispuesta al servicio del Otro, maquillado como un Otro incorrupto y deidoso. Esto es
típicamente un significante que se evidencia en la escena institucional donde
se interviene al sujeto mediante la medicación, la farmacología y la ciencia
médica, omitiendo la primacía del psiquismo (O como bien sabemos, cuando se
refiere al psiquismo el mejor medio para eliminar al sujeto de sí mismo es a
través de la ideología, cuestión que el orden político conoce muy bien).
Cuestión apropósito bastante simbólica e interesante del Otro hacer de su deseo
en la Inter/in/vención sobre el
sujeto que se padece. Sin embargo, más adelante se muestra lo esperado como
siempre: Dicha operación fracasa sin una explicación aparentemente lógica. A
través de ciertas Re-presentaciones se
re-producen recuerdos en Murphy y “se disparan” de manera “exagerada” sus
neurotransmisores, cuestión que demuestra la primacía del psiquismo sobre lo
biológico y el arte de los afectos, sobre los engaños. A partir de allí, Murphy
nuevamente como sujeto deseante se sostiene en su acto de hacer justicia sobre
si, y esto va en contra de todo el sistema y la “normalización” que habían
hecho sobre él. Claramente, esto trae problemas sobre Omnicorp y este Otro,
comienza a ser un Otro no tan deidoso y por el contrario, mortalizado, quizás
demasiado humano y desfallecido entre su semblante fálico. Esta modalidad
política se declina entonces en la medida que Murphy aun siendo salvado por el
Otro, le rechaza y se cuida de si, separándose de órdenes ajenas a si, y
revelando en su acto de cierta manera revolucionario que la ley es un producto
del deseo del cada quien, y que la ley, ya no es “lo que era antes”, sino un
salvaguardado del narcisismo del Amo.
De esta manera se puede leer con cautela la
división entre una Justicia Moral
(Inscrita por el Otro) y la Justicia Ética
(Dada por el sujeto). La justicia moral es la que va maquinizada haciéndole
creer al sujeto que es del orden de su deseo (Mayormente hecho de Otredad) como
lo señala Gary Oldman interpretando a Dennet Norton: “Cuando la maquina está andando manda señales al cerebro de Alex Murphy
haciéndole creer que está en control, pero no lo está, es la ilusión de la
libre voluntad”. Mientras que en la Justicia
Ética se vale de la separación del significante como engaño del Otro, y
allí se hace la producción del sujeto ante el vacío de la cosa que queda sin
significante, es decir, a partir del encuentro con un real, con su esencia, no
con su existencia. Podríamos decir que pasa del Mucho ruido y poco ser, al Silencio
y saber del Ser. Esto nos abre una pregunta crucial sobre el acontecer
social y el lugar del sujeto que “desea hacer ley” bien sea en el ejército, un
cuerpo policial u otras masas artificiales que sostienen el crimen como lo más
humano y menos notorio de su proceder.
¿El sujeto desea hacer ley, o se le hace creer que
la desea?
Esta es la
pregunta fundamental del presente trabajo. Interrogar el lugar desde el que un sujeto
desea hacer ley, sea cual sea la modalidad y articular desde el punto
contingente de su historicidad cual es el móvil que le impulsa, cuestión que es
de un proceder más útil y oportuno, pues revela la esencia de su deseo, es
decir, allí puede existir la verdad o la farsa de su deseo y esto ya habla
bastante de un sostén ético de sí mismo, cosa que escapa de la clínica de la
mirada, aquella que comporta un sinfín de pruebas psicológicas con un límite
muy marcado y poco admitido durante más de 50 años en ejercicio en nuestra
sociedad, que por el hecho de renovarse en nuevas presentaciones no ha dejado
de ser un mismo producto: Clínica de la mirada, del no arriesgar o poner en
acto algo de orden terapéutico o analítico, y esto es ya de origen psicológico.
De poca utilidad es interrogar un crimen o los móviles del crimen en un civil,
si no hay garantía de la ética o del comité ético en un cuerpo policial, tal
como se revela en “Robocop”. De lo contrario nos posicionamos en la misma
situación de mal-estar generada por Omnicorp en el Film, la cual en una
modificación a vida real, podríamos irónicamente llamar “Zombiecorp”. Es decir,
estar presente ante la producción no de oficiales policiales, militares,
activistas políticos, abogados, y cualquier otra disciplina que revele un
estudio sobre el hombre, sino estar produciendo sin notoria importancia Zombies Maquinizados que juegan esos
roles, dirigido por un orden
ideológico comandado desde un Amo, que a partir de metáfora y metonimia del
significante engaña en su demanda y perversamente no ofrece “lo que se desea
por el bien social” sino que dice que se debe desear por el bien social, es
decir, responde una demanda, con otra demanda, haciendo creer al receptor que
en esa demanda se responde su deseo.
Tal es el caso que se ha vivido en la
ciudad de Valencia, a través de los diversos actos realizados por la Policía de
Carabobo como un fin para “neutralizar” a través de la violencia un estado
protestante sobre un orden político con su correspondiente y conveniente
ideología, o los casos que vemos en el ejército donde se asimilan sujetos con móviles
perversos para omitir antecedentes penales, o como una manera dentro de “la
ley” de ejercer sus “pequeños crímenes”. Esto apertura otra serie de
interrogantes: ¿Qué impulsa a un sujeto a maquinizarse en su uniforme y hacer
la ley del Otro? ¿Tiene que ver la Ley del Otro con el Acto de Justicia? De ser
así: ¿No hay entonces un margen de corrupción dentro de la misma postulación de
la ley? ¿El acto corrupto se corresponde a la traición de qué deseo? Estas
preguntas marcan un límite que las pruebas psicométricas no pueden medir y que
los actos pragmáticos temen alcanzar, pues invitan a tomar la práctica clínica
y la psicología con cierto riesgo de alejarse de ilusiones morales y de engaños
en sí mismo. Lacan decía que atravesar un análisis implica quitarse el pellejo,
yo afirmo la sentencia Lacaniana y sostengo que abordar éticamente la práctica
del análisis e invitando a la psicología a ello implica analizarse a sí mismo
sobre nuestro deseo y esto, apunta a
quitarse un pellejo que está en cada mascara. A su vez, estas preguntas apuntan
a un vacío del orden de lo real que “desmecha” los significantes y que
parcialmente muestran en un bordeo que la relación de la ley y la justicia,
dividida entre el Sujeto y el Otro es un objeto menester de investigación si se
pretende realmente asumir un acto en vista del porvenir de un sujeto, de una
cultura, o de una civilización como cuestiona Freud en “El porvenir de una Ilusión”.
Y esto no es algo extraño, no es algo
novedoso formular una propuesta que se estructura en base a la interrogación de
sí mismo. Desde Nietzsche, Foucault, y Heiddeger entre tantos filósofos de la
Europa victoriana y la Europa de los 50´ podemos apreciar que la interrogación
de sí mismo es el comienzo de un acto no-religado. En “La genealogía de la
Moral” Nietzsche nos advierte sobre el espíritu altruista con los fines más
pulcros y morales, esto lo sostiene a través de un amplio cuestionamiento del cristianismo
y las clases políticas sobre sus actos nobles como un fin de prestigio, de
operación psicológica y de influencia sobre los demás para mantener una
posición de Amo. De hecho, afirma de manera contundente que el espíritu
moralista, aquel que procura la ley o el bien por el otro en su contagio y
exacerbación, es en sí mismo la amenaza misma del mal-estar en muchos, pues
como buen sujeto que advierte sobre el descubrimiento de sus males, procura la
idea de bondad, para que los males que ha realizado, no le sean realizables
sobre si y así, poder extender la concatenación de sus actos. Cito:
“El
juicio de bondad no lo emiten aquellos a quienes se les dispensa la bondad. Por
el contrario, fueron los propios buenos, esto es, los nobles, los poderosos,
los fuertes, los individuos de posición y de sentimientos elevados quienes se
vieron y se valoraron a sí mismos y a sus actos como buenos, es decir, como
algo de rango superior, frente a todo lo bajo, servil, vulgar y plebeyo (…) Pretender
que el fuerte no quiera dominar, someter o apoderarse de algo, que no ansié
enemigos, resistencias y victorias, resulta tan absurdo como pretender que el
débil se muestre fuerte”
Por ello, la relación Amo/Esclavo de la
cual Hegel fue precursor es también un punto a interrogar sobre la elección de
este ejercicio en un sujeto. Es decir, nos permite abrir la interrogante sobre:
¿Cuál deseo esta? ¿El deseo del Otro sobre el deseo del sujeto? Por supuesto,
el deseo es lo menos natural y se constituye desde otro lugar.
Muchas de las escenas que se han
presenciado en Venezuela en los dos polos de la masa se pueden expresar a
través del film que hemos analizado en un comienzo, y las preguntas formuladas
en torno al deseo del sujeto hemos de revelar que poseen un carácter irónico,
retorico y a su vez subversivo. Y solo pueden ser co-respondidas bajo el
trabajo analítico del cada quien, que hoy por hoy demuestra que el lugar del zombie maquinizado corresponde al
estatuto del vínculo social, y que el interrogarlo, es el comienzo de la respuesta
de su mismo mal-estar, no solo en el lugar de la producción del crimen, sino en
el sostén mismo de ese lugar de producción.
¿Por qué el análisis? Es una pregunta que
muchos hemos de respondernos subjetivamente, más aun cuando somos
pseudoactivistas o pragmáticos, y no precisamente por elección. Esta pregunta
pulveriza la afirmación Marxista: “Los filósofos se han limitado a comprender
el mundo; de lo que se trata es de cambiarlo” (De su tesis XI). Tal vez, como
dice Slavoj Zizek: “Tal vez en el siglo XX hemos tratado muy rápidamente de
cambiar el mundo, es tiempo de interpretarlo de nuevo, de comenzar a pensar”.
Pues esta forma de amar el saber a través de la pregunta quizás no pueda
brindar todas las respuestas, pero puede hacer algo un poco más importante. Tan
importante como dar respuesta, y esto es una condición básica para ello, tal
vez la única condición para ello, es formularnos la pregunta correcta. Zizek de
nuevo afirma: No solamente hay respuestas
incorrectas, también existen las preguntas incorrectas. Hay preguntas que
refieren a un determinado problema real, pero la manera en que se formulan,
efectivamente confunden, mistifican y ofuscan el problema”
Es un fenómeno harto interesante, la
pregunta no se realiza hacia el interior, sino que se problematiza a modo de
respuesta en lo exterior, como leí hace poco por redes sociales: “El hombre ha
descubierto otros planetas y muchos fenómenos fuera de él, pero curiosamente no
ha conocido realmente las profundidades del mar de su propio planeta, aquel que
habita”. Es una cita que bastantes invitaciones permite al psicoanálisis y sus
practicantes hacia el campo institucional y el social.
Así que, ¿Cuáles eran nuestras preguntas
con respecto al desear hacer Ley?
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Manuel Alessandro Magnante
[Abril, 2014]
"Lo Robotizado del Deseo"
Escrito presentado en la jornada de Psicoanalisis & Criminologia del Grupo Psicoanalitico Carabobo en el auditorio de la Universidad Arturo Michelena.
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Manuel Alessandro Magnante
[Abril, 2014]
"Lo Robotizado del Deseo"
Escrito presentado en la jornada de Psicoanalisis & Criminologia del Grupo Psicoanalitico Carabobo en el auditorio de la Universidad Arturo Michelena.
“Poco importa que dios haya muerto, pues el hombre
levanta ahora otros altares”
Dolores Castillo Mirrat
“Quienes tenemos
conocimiento, nos desconocemos a nosotros mismos, lo cual tiene una buena base:
Que nunca nos hemos buscado”
Friedrich
Nietzsche