Comencemos por relatar la historia de Jon Martello (Interpretado por
Joseph Gordon-Levitt), personaje principal del Film “Don Jon” estrenada a
finales de 2013 en estados unidos. Jon, o “Don Jon” (como le llaman sus amigos)
es un típico sujeto atrapado en la dialéctica del deseo. Realiza una serie muy
meticulosa de rituales en su semana, las cuales son “las que le importan”: Ir
al gimnasio (Su cuerpo), su departamento (Su nido), su auto (Su transporte), su
familia (Su sostén de goce), su iglesia (el perdón del Otro), sus muchachos
(Amigos), sus chicas (sus juguetes), y su porno (El agotamiento de su deseo).
Más allá de estar atrapado en la dialéctica del deseo, podemos adelantar en
decir que se encuentra atrapado en la mirada estética de lo que supone como
“propio para desear”.
Jon, no es tan típico como parece, de hecho, es un sujeto bastante
singular si se revisa su historia con una lectura distante de la moral y más
cercana a la ética de un sujeto. Se puede presumir que es enteramente
narcisista, pues su mundo a simple vista gira en torno a él: Su cuerpo,
departamento, carro, familia, iglesia, muchachos, chicas para ligar y sobre
todo su porno; Sin embargo ¿Realmente es un sujeto narcisista? ¿Cuántas cosas
realmente hace por sí mismo? Sabemos que
la tarjeta de presentación del neurótico es creérsela. Es creerse que sus actos
por ejemplo, son sostenidos por “su único deseo” y que más nadie interviene en
eso, además de por supuesto creérsela como “el falo de mamá” o “El todopoderoso
de su Deseo”. Desde el vamos nos podemos preguntar entonces ¿Qué sentido tiene
todo el ritual de Jon si el otro no está presente haciendo de Otro?
Por otra parte, y aproximándonos de a poco al tema del deseo, notamos en
Jon una cuestión que apuesta por su subjetividad, pues bien sabemos que los
significantes engañan, y que lo único que no engaña es la angustia, y esta
revela lo subjetivo en tanto se aproxima a una lectura sobre el deseo. Esto en
los temas freudianos podemos sostenerlo diciendo que las representaciones
engañan y que lo único que no engaña es el afecto, por decirlo de una manera,
es decir, los móviles de un sujeto. Ahora bien, ¿Dónde aparece la angustia de
Jon? Su angustia muy retóricamente aparece en cualquier parte de sus rituales
donde involucra al Otro, a su mirada, al cuerpo del otro, el perdón del Otro,
el compartir del otro, o al Otro en la escena sexual ideal, en todo esto es
donde podemos comenzar a leer que el sentido del narcisismo de Jon está
mientras el Otro a modo de espejo presta su mirada, o presta “aquello” escopico
de la pulsión al otro semejante. Sin ello, en Jon no hay deseo, aunque en
definitiva, Jon no apuesta por su deseo. Porque es precisamente por el paso de
la demanda del Otro, cuando Jon cree que realmente desea algo, y para esto
basta con ver la escena del almuerzo en casa de su familia cuando la madre arma
un escándalo por no ser abuela, el padre “perversea” con buen semblante de
“desafiante y todopoderoso”, y vemos en la TV de la casa familiar, propagandas
de lo más cachondas en un almuerzo. Basta comparar esto, con la vida hipersexual
(Tapa-agujero) que se presenta como cumplimiento de demanda en esa “novela
familiar”, veamos esa rutina: Jon sale los viernes, liga con alguna chica (En
presencia de sus amigos para que le vean hacerlo), para luego consumar un acto
sexual a lo “Mete-saca” (Como decía Alexander deLarge en la Naranja Mecánica) que
se caracteriza por no sentir ninguna satisfacción o conexión con su compañera,
e intenta satisfacer aquello que en el cuerpo no se posibilita a través de la pornografía
para así masturbarse. Allí, si relata un placer que trasciende al acto sexual
material y lo justifica a plenitud comparando el idealismo pornográfico con el
desencuentro de la relación sexual “Normalizada”. Posteriormente a esto, llega
el día domingo donde se confiesa incesantemente sobre sus pecados (siempre
destaca ver pornografía, masturbarse y tener una sexualidad promiscua) y el
padre le propina como “penitencia” unos “10 padres nuestros” en promedio.
De esta escena particular y tan repetitiva (Como toda cuestión pulsional
en su circuito de doble demanda) primeramente nos fijaremos en el tema de la
pornografía, distinguiéndola del erotismo, lo cual nos dará apertura al campo
del goce y el deseo subjetivo de Jon.
La pornografía en su sentido etimológico viene a significar “La historia
de una prostituta”, significado que va en cierta medida aunado al relato del
erotismo. Sin embargo, en la actualidad podemos denotar que la pornografía esta
distante de ser un relato de carácter erótico, pues lo erótico implica una
forma apasionada de amor, donde se articula la sensualidad, y la sexualidad
vehiculizada en la picardía sobre el objeto o sujeto (es decir, como lo previo
al deseo, ergo, cuestión que produce o hace llamado al mismo) bien sea en
imágenes, palabras o cosas. Esto lo diferenciamos de la significación que
materialmente muestra la pornografía en el internet. Lo que vemos en las
cadenas pornográficas americanas como: Brazzers, Naughty America u otros.
Rebasa el campo del sentido, en tanto podemos colocar el sentido (no en el
término analítico) del lado del erotismo, y el sin-sentido del lado de lo
pornográfico. Es decir, en lo pornográfico actualmente el campo carnal es
intensamente directivo, no hay un juego previo, no hay escena erótica, solo se
presentan 2 cuerpos maximizados en el campo imaginario demostrando que el
alcance de los ideales es un soporte mortificante del deseo subjetivo, no hay
juegos de significantes (sentido subjetivo) del lado erótico que den producción
a una suerte de deseo, simplemente hay una suerte de juego carnal directivo que
no revelan la producción de un deseo, sino por el contrario una suerte de
excitación identificatoria en el cumplimiento del deseo del otro, y esto es
bastante distante de un deseo propio (Si es que eso existe). Es decir, en la
escena pornográfica lo excitante es sentir que al identificarse con el actor o
actriz porno se cumple un deseo del cual no conocemos su origen, y esto no es
solo una suerte de discurso amo e histérico. Esto apunta como afirma Slavoj
Zizek a una suerte de arte perverso, no porque brinde algo que se desea, sino
porque indica que es lo que debe desearse: Quedarse atrapado en el universo
imaginario de los tamaños, los gritos salvajes, las figuras estéticamente
voluptuosas o cinceladas para encajar en cualquier mirada, entre otros. Y esto
a riesgo de la nada, pues nada se apuesta, nada está puesto en juego sobre el
sujeto mismo, no existe riesgo de perder
algo en recorrer los laberintos del amor, estamos entonces ante el universo
masturbatorio infantil. En este sentido, para Jon, como para muchos neuróticos
“El porno es más barato que tener una
cita”.
En este sentido, no es errado hacer la afirmación de que el empuje al
goce, comandado por este tipo de discurso de amo que encarna al Otro, es
inclusive más represivo que la prohibición al goce, y esto es preciso señalarlo
cuando se advierte un cambio en las normas o en otras palabras, cuando vemos
que la ley del padre ya no es lo que era antes, y que los aparatos ideológicos
haciendo semblante de ello han configurado a diestra y siniestra. Por no
presumir de una década específica, hacía varios años un chico o chica tendría
cierto temor de hacer alguna enunciación publica de su deseo por alguna censura
en el orden social que encarnaba la ley paterna, pero esta prohibición más allá de extinguir el deseo
(como era de esperarse) lo que hacía era relanzarlo, darle un impulso para su
cumplimiento. Actualmente el empuje al goce mismo (No dar cuenta de alguna de
prohibición) es aún más catastrófico, pues no permite al sujeto la enunciación
de un deseo propio siquiera, sino que se ve tentado a cumplir la única oferta
de goce disponible por medio de un señuelo imaginario que le hace ilusoriamente
suponer esa oferta como el cumplimiento de un deseo que “cree” suyo. Aquí se
encuentra la trampa de la pornografía, en tanto como uno de los tantos efectos
de los aparatos ideológicos. El sujeto al ver pornografía, cree que satisface
alguna suerte de deseo que confunde con la excitación (que esta tampoco está en
el orden del erotismo), se identifica como ya se hizo mención con alguno de los
personajes, mediante la carga de excitación específica realza su goce
masturbatorio y ya no se ve en la apuesta castratoria de poner algo en juego de
si, pues el vínculo con lo virtual representa una nueva relación objetal, con
un objeto mudo y a su vez representativo de la Otredad. Esto es inclusive más
represivo, pues, se suspende el vínculo con el objeto humano y se limita al
vínculo virtual con la máquina, reduciendo al sujeto y su deseo a un simple acoso de fantasias. Tal como ocurre
cuando hablamos por las plataformas Whatsapp o Pin, o redes sociales como
Facebook, Twitter, u otros. La calidad de conversación viene dada por el
componente virtual y lo que se resta del imaginario: Porque se ven fotos de la
chica o el chico donde hace promoción de su cuerpo, porque sabemos que piensa
con leer algún status, se puede “pensar mejor” lo que se va a decir, aunque si
se escribe y el otro no responde, hay más opciones, es decir, no hay apuesta de
nada. Siempre se gana. ¿Y esta no es precisamente la mayor pérdida?, perdida
para lo que realmente vale del hombre: Su subjetividad y su relación al deseo. Como
no hay un otro concreto al cual desear, como “el todo psíquico” se reduce a lo
virtual, como el todo es objeto y objetos hay muchos, ¡carpe diem! Esto nada tiene
que ver con la egopsychology. Por
ahora, pensemos que esto tapona lo real del sujeto que se encuentra del lado de
la soledad, donde reposa el ser como sentencia heiddeger, y que este ser,
representativo de lo real, de lo innombrable y del deseo, no está sujeto al
significante, esto es lo angustiante del ser, no del existir, es indescifrable
y si se descifra es con un bordeo del trabajo subjetivo mismo sostenido en el
análisis, de lo contrario, sigue existiendo, y como sabemos, la existencia
viene dada por el lugar que hace existir al sujeto por las vías del deseo del otro.
En este sentido, Jon, como sujeto neurótico “existe”, pero no es-un-ser.
Jon existe, pues su existencia está marcada por la demanda del Otro, una
demanda en el orden de lo ideal (como la pornografía que observa), en el orden
sexual (como cuando su madre a modo de queja insiste por una relación estable y
conocer una chica, o por cuando le llora demandando que quiere ser abuela), en
el orden de su lugar como hombre (cuando el padre le critica como a un niño y
este se molesta o cuando sus conquistan tienen valor siempre y cuando sus
amigos se enteran) Jon, entonces, existe para el Otro. Lo cual nos lleva a
repetir la pregunta del inicio ¿Es realmente Jon un sujeto narcisista? ¿O es un
simple esclavo de la demanda del otro? Lo curioso de este personaje es que
realmente nunca se interroga por su deseo a lo largo del film, hasta que
brevemente lo descubre.
Existe un ligero Switch en el
film. Jon conoce a Bárbara (y forman así la pareja histérico/histérica) tan
dispar e imaginaria. Bárbara, a partir de su deseo de cambiar gradualmente a
Jon le influencia a dar comienzo en ciertos estudios nocturnos para sugerir
tomar otro orden de experticia, a partir de allí conoce a Esther, quien encarna
aquella mujer solitaria y a primera vista con actitudes que generan lastima y
repudio en Jon (No es de gratis que sean los afectos que conseguía en su
madre). Por otro lado, ocurre la escena esperada con Bárbara para saber qué
sentido cobra Esther como mujer en Jon: Después de tener relaciones sexuales
con Barbara, siente como de costumbre que no hay algo que lo llene más que ver
pornografía (Lo “llena” lo imaginario, en el orden de la demanda y se pierde,
se “desconecta” en ello). Como era de esperarse y por ser parte de una comedia,
Barbara le descubre y arma en base a ello el buen escandalo histérico que
revela que su malestar no viene dado por el que el observe pornografía, sino
que ante dicho acto, ella se siente como que “no es suficiente” en el deseo de
Jon, pero si tan solo ella supiese que no es por su suficiencia, sino por el
problema del deseo de Jon, aunque, ella como todo neurótico “sabe” de los
problemas del deseo, solo que los ignora.
A partir de allí, la relación toma un rumbo de picada hasta que ambos
dejan de hablarse, se separan, y comienza el otro camino de Jon, cuando
brevemente pasa por su duelo o herida narcisista, comienza a aproximarse a un
deslizamiento de su lugar sobre si, enfrenta de a momentos a su familia,
comienza a tener un muy mal humor que lo refleja en sus amigos, ya no escucha música
para gritarla, le molesta el trafico al punto que le quiebra el vidrio de un
puñetazo a un vehículo, pues como todo cambio que se observa, es paulatino y se
refleja en ello su Insatisfacción, ya
no goza igual de su síntoma. Sucede que aquí hay un doble juego, por una parte
comienza a ayudar o tomar noción de la existencia de Esther, pero no con el fin
de conocerla, sino con el fin repetitivo que como se muestra, va de follarla,
se consuma el acto, como buen seductor, pero Esther tiene algo que despierta en
Jon algo más que el capricho de la pornografía. A partir de pequeñas
conversaciones, Esther logra hacer “conexión” entre Jon y su propio deseo, esto
lo vemos cuando Esther está en su vehículo con Jon y le interroga si él se
masturba solo cuando ve pornografía (Pregunta que apunta hacia la producción
del deseo y no la mera satisfacción) cuando le desafía afirmando que el porno
es irreal, o cuando Jon le dice que el “porno le desconecta” y Esther le dice
que es un viaje completo el conectarse con el otro, que hay que dar algo de si
para ello. Esto lo podemos relacionar con la ocurrencia de la función
analítica, el analista interroga al analizante sobre su deseo y de tal manera
este va descubriendo y cambiando el goce por el saber, y este es un saber, que
paradójicamente no sabe que realmente lo sabía. Luego de esto, Jon la busca de
nuevo, pero no para follar, la busca para seguir hablando. Este pasaje que
persigue la labor analítica del goce al saber, es lo que se articula en la
filosofía de Heidegger como pasar de Existir a Ser, movilizarse del lugar que
habita el significante sobre el sujeto.
Con ciertas preguntas, y ocupando un lugar particular (y sino
pedagógico) Esther no solo va haciendo que Jon se desligue del lugar imaginario
del porno, sino que también le permite irse desligando poco a poco de su vida
tapa-agujeros. Donde solo vivía para completar las demandas del Otro. Y aunque
con cierto grado de repetición y aun gozando de varios beneficios del
neurótico, su final se aproxima cuando finalmente puede renunciar a Bárbara
como aquel ideal de mujer al que una vez sucumbió (Esta escena es
particularmente exquisita, Bárbara y Jon se encuentran en un café para
conversar, Bárbara espera que Jon le diga que desea volver con ella, para así y
con su típica sintonía histérica negarse y seguir siendo deseada, su sorpresa
es que Jon simplemente iba con la intención poco simple de admitir sus fallas,
aceptarlas y tomar su retirada ya que su deseo re-surge y comienza a estar con
Esther), mostrando así, que su apuesta, su deseo, va por conectarse con aquella
persona que le hace sentir algo que está más allá de la pornografía y la
demanda, y más cercano desde su deseo, el cual, nunca llego a decir del todo,
pero que todos nosotros hemos leído, sin ninguna retorica en este caso, se lee
con precisión en la escena en que Jon va al Gym a hacer su rutina de ejercicios
y esta vez decide comenzar a compartir y competir con el otro masculino desde
un lugar no sexualizado, un lugar más sano, comienza a jugar basketball,
asimismo ocurre cuando Jon está en casa de Esther, se desnudan y se siente la conexión
en escena entre ellos 2, por ultimo esta otra escena particular donde Jon
contempla a Esther sin maquillaje y eso ya habla bastante de moverse de ese
lugar del imaginario y lo estetico. Y aquí es justamente cuando vemos que el dating es más caro que el porno, que el porno da muchas cosas inútiles, y el dating da poco, pero eso poco que da, cuanto que es.
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Manuel Alessandro Magnante
"Don Jon: Porn is cheaper than dating"
[Ensayo presentado en el 1er ciclo de Cine de Orientación Psicoanalitica / Cineanalisis]
Grupo Psicoanalitico Carabobo
Octubre 2014
Video e imagenes:
DON JON [2014]